jueves, 24 de mayo de 2012

La chica y el café



Erase una vez, una chica que no bebía nunca café. Un día decidió que tenía que comenzar a estudiar en serio y se tomó una taza después de comer, antes de ir a la biblioteca.
          Esa noche, se hicieron las dos de la mañana, y la chica no podía pegar ojo. Y aprendió una importante lección: o lo tomas más a menudo para que no te haga tanto efecto, o no lo tomas nunca.


Esta, señores lectores, es la historia de mi vida. 

miércoles, 23 de mayo de 2012

Operación Masacre, de Rodolfo Walsh

Operación Masacre, de Rodolfo Walsh
Por Águeda R.F.R.




Operación Masacre es un libro escrito por Rodolfo Walsh y publicado inicialmente en 1957, aunque se añadieron capítulos a cada nueva edición que se publicaba. Se trata de la primera novela testimonio, también llamada “ficción periodística”, que dio inicio a una nueva forma de periodismo. Es un género que está a caballo entre una novela y una crónica, pues está protagonizada por un periodista y cuenta sobre sus averiguaciones.
La novela se comienza a escribir seis meses después de los fusilamientos de José León Suárez, cuando el periodista Rodolfo Walsh conoce a uno de los supervivientes y decide investigar el asunto.
Recaba información de lo ocurrido, los motivos, y, en definitiva, realiza un perfecto reportaje de investigación que culmina con la publicación de la novela. El propio autor afirma, en su prólogo, que no estaba seguro de que ninguna editorial estuviera de acuerdo con publicar su recién terminado libro. El autor se encuentra ante problemas de información, ya que las fuentes no saben darle respuestas básicas de lo ocurrido: ¿fueron diez los detenidos? ¿Once, doce, catorce?
  

Los fusilamientos de José León Suárez, como se conocen, ocurrieron la noche del nueve de junio de 1956 en Argentina. Aquella noche, en Buenos Aires, comenzó una revolución en contra de la dictadura militar que llevaba gobernando el país desde 1955. La revolución no llegó a buen puerto, pero los militares detuvieron a todos los que encontraron que pudieran pertenecer a ella.



Lo interesante de la novela es el original punto de vista del narrador de la secuencia: un periodista que, por casualidad, se topa con un tema cargado de injusticia. El periodista, investiga y se reúne con los supervivientes del fusilamiento, se entera de la historia y se ve con la necesidad de trasladársela al amplio público. Cree que es necesario que la población argentina sepa cuáles fueron los acontecimientos, cuáles los resultados y cuáles las injusticia.
            Nos encontramos frente a un periodismo que trata sobre las desigualdades, pues a los personajes se les arresta por el lugar en donde están. Por el motivo de haber estado en un bar no demasiado pudiente, los militares entienden que son unos revolucionarios. Al ejército les llega una información de que en ese lugar se están cometiendo actos ilegales relacionados con la rebelión y no se molestan en comprobar si esa información es cierta o no.
            Por tanto, con este libro los futuros periodistas podemos ver con un ejemplo claro la importancia de las fuentes fiables y de la contrastación de las informaciones que nos llegan a través de ellas. Por suerte, nosotros nunca nos encontraremos ante la tesitura de decidir, por una información, si alguien debe ser fusilado o no. Pero tampoco podemos olvidar que el trabajo periodístico es, siempre, un trabajo puramente social que se basa y se sirve de nuestro público. Y nuestro público nos sigue buscando por una información lo más real y objetiva posible.
            También es muy interesante la figura del periodista: un “salvador” cuya única motivación es demostrar la verdad y liberar a los más débiles. Mostrar la corrupción y las mentiras que los altos cargos pueden cometer –en el caso del libro se trata de los militares, pero es un ejemplo para cualquier tipo de poder-. El periodista es quien, sin ser el protagonista de la noticia, muestra la verdad.
            Es muy curioso el hecho de que sea el periodista quien narre lo sucedido pero no sea el protagonista. De esta manera se puede apreciar el poco sentimiento de egocentrismo del autor, algo que debería estar presente en los periodistas de hoy. Nos tenemos que limitar a ser meros espectadores y locutores del mensaje, sin llegar nunca a ser protagonistas.



La novela se divide en varias grandes secciones: el prólogo, donde el autor cuenta los problemas y las vicisitudes a las que tuvo que enfrentarse mientras elaboraba la investigación; las personas, donde se presentan a los detenidos y los motivos por los que fueron detenidos –en este caso, la inmensa mayoría fueron detenidos mientras estaban en un bar-; los hechos, donde se explica lo ocurrido y culmina con el fusilamiento de los personajes; las evidencias, donde se reproduce la investigación y el juicio que años más tarde se desarrolló contra los militares que fusilaron a los personajes sin motivos; y el capítulo final, donde se realiza una reflexión sobre el tema.
            La forma en la que está escrito el libro puede resultar extraña en un comienzo. El batiburrillo de información con la que nos encontramos en el prólogo puede resultar chocante y mareante en un principio: comienza con demasiadas explicaciones acerca de datos del libro, datos que aún no conocemos porque no lo hemos leído aún. Sin embargo, una vez se termina el libro, si volvemos al prólogo lo entendemos perfectamente. Por ello opino que es un capítulo mal situado que lleva a la equivocación del lector.
            Los siguientes capítulos, dedicados a personajes y a hechos, no resultan para nada confusos. Al contrario: son agradables de leer, muy bien explicados y muy fáciles de seguir. La forma en la que están escritos –a pesar de tratarse de un dialecto diferente del español al que estamos acostumbrados- resulta muy fluida. Hay momentos, sobretodo los dedicados al fusilamiento, que llegan a inspirar el terror que debieron de vivir los presentes. Tener una explicación tan detallada de lo que vivieron y cómo lo vivieron hace que el lector pueda ponerse en su piel y, por tanto, sufrir con el futuro que se les cae encima.
            Sin embargo, en mi opinión, el libro vuelve a decaer en el capítulo dedicado al juicio que años después celebran. El lenguaje pasa a ser menos fluido –lógico, teniendo en cuenta que se nos relata lo ocurrido dentro del juzgado, y que los testimonios son transcripciones literales de lo expuesto- y el lector llega a perder el interés en muchos momentos del capítulo. Al fin y al cabo, aunque es importante porque se cuenta el final de la historia y cómo acabó todo legalmente para los afectados, no es algo que interese de la misma manera al que lee las páginas. Aunque el tema legal también es importante para los protagonistas, el lector solo consigue separarse de la historia en este capítulo. Y es una verdadera lástima que se pierda la conexión entre los lectores y los personajes que se consiguió anteriormente.



Admito haberme encontrado ante un desconocimiento total del tema de la Revolución Liberadora de Argentina de los años cincuenta. Era un tema que desconocía completamente y tuve que leer acerca de él para hacerme una idea más profunda del texto. También tuve que documentarme acerca de la ley marcial –ya que le dan mucha importancia a que hubieran sido detenidos unos minutos antes de que la declaración de la ley marcial se anunciara por la radio-, y sobre los rangos militares que tanto se nombran a lo largo del libro. Pienso que es un libro que aporta mucho si estás dispuesto a hacer inmersión en él, pero que no es el más adecuado para una lectura ligera.
En general, considero que este libro es muy importante para el periodismo. Podemos ver, con ejemplos claros, la labor periodística y la importancia de un buen periodismo de servicio para la sociedad. En este caso, y gracias a la ejemplar actuación de Rodolfo Walsh, nos es trasladada una historia en particular: la historia de unos fusilados que no tenían nada que ver con lo que se les acusaba. Pero no debemos olvidar que nuestro trabajo es demostrar lo correcto en cada momento, independientemente de la situación en la que no encontremos.
Por tanto, Operación Masacre, podemos decir, es un ejemplo a seguir en cuanto a la deontología periodística, además de en cuanto a la forma ideal de actuar durante el periodismo de investigación.


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Este es el ensayo que el otro día entregué para una de las asignaturas de mi facultad. Y como ya ha pasado la fecha máxima de entrega, lo dejo expuesto por si a alguien el interesa.

jueves, 17 de mayo de 2012

Heraldos del bien y el mal, de Víctor Conde

Tres es el número perfecto. Y la tercera batalla, la última, se librará en el Infierno. Ángeles y demonios se han visto forzados a unirse en un mismo bando para combatir a un enemigo con un poder inimaginable. Erik, Tanya y Mauro, los tres elegidos, tienen poco tiempo para averiguar qué les reserva a cada uno la Profecía de los Niños Perdidos antes del cataclismo final.


El estilo del escritor Víctor Conde ha sufrido una evolución muy considerable en los últimos años. La prosa que podemos ver en Heraldos del bien y el mal es una prosa fluida, aunque nos encontramos con una novela que se diferencia en cuanto a estilo de las anteriores.
Después de enterarse de que el Cielo ha desaparecido y que Dios ha abandonado a todas sus criaturas, todos los seres se encuentran solos. Las fuerzas del cielo y el infierno deben unirse para tratar de sobrevivir al nuevo diluvio universal.
Y mientras tanto, Tanya, Mauro y Erik se encuentran en medio de todo. Medio humanos, medio ángeles, tienen que decidir entre su propia existencia humana y su lugar en la lucha del cielo y del infierno.
Heraldos del bien y el mal es un libro más adulto que los anteriores. Los personajes en esta novela ya han madurado, y se tienen que encontrar con problemas que muchas veces les superan.



Si en Heraldos de la luz nos encontrábamos frente a un libro puramente juvenil, en Heraldos de la oscuridad un libro más oscuro y adulto, Heraldos del bien y el mal tiene un estilo más onírico-fantástico-abstracto, pero mucho más adulto que los anteriores.
Tiene un buen inicio, un buen final y un entretenido desarrollo. Es de los libros que enganchan, en parte por los personajes tan bien desarrollados, y en parte por el universo que el señor Conde ha ido creando a lo largo de tres libros.


¡A comprarlo todo el mundo!