jueves, 17 de mayo de 2012

Heraldos del bien y el mal, de Víctor Conde

Tres es el número perfecto. Y la tercera batalla, la última, se librará en el Infierno. Ángeles y demonios se han visto forzados a unirse en un mismo bando para combatir a un enemigo con un poder inimaginable. Erik, Tanya y Mauro, los tres elegidos, tienen poco tiempo para averiguar qué les reserva a cada uno la Profecía de los Niños Perdidos antes del cataclismo final.


El estilo del escritor Víctor Conde ha sufrido una evolución muy considerable en los últimos años. La prosa que podemos ver en Heraldos del bien y el mal es una prosa fluida, aunque nos encontramos con una novela que se diferencia en cuanto a estilo de las anteriores.
Después de enterarse de que el Cielo ha desaparecido y que Dios ha abandonado a todas sus criaturas, todos los seres se encuentran solos. Las fuerzas del cielo y el infierno deben unirse para tratar de sobrevivir al nuevo diluvio universal.
Y mientras tanto, Tanya, Mauro y Erik se encuentran en medio de todo. Medio humanos, medio ángeles, tienen que decidir entre su propia existencia humana y su lugar en la lucha del cielo y del infierno.
Heraldos del bien y el mal es un libro más adulto que los anteriores. Los personajes en esta novela ya han madurado, y se tienen que encontrar con problemas que muchas veces les superan.



Si en Heraldos de la luz nos encontrábamos frente a un libro puramente juvenil, en Heraldos de la oscuridad un libro más oscuro y adulto, Heraldos del bien y el mal tiene un estilo más onírico-fantástico-abstracto, pero mucho más adulto que los anteriores.
Tiene un buen inicio, un buen final y un entretenido desarrollo. Es de los libros que enganchan, en parte por los personajes tan bien desarrollados, y en parte por el universo que el señor Conde ha ido creando a lo largo de tres libros.


¡A comprarlo todo el mundo!

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