Cuando esa mañana Marcos se levantó, tan sólo llevaba uno de sus calcetines aún en los pies. No sabía a dónde había podido ir a parar el otro: buscó entre las sábanas, debajo de la cama, ¡y hasta miró en la cesta del perro por si había sido secuestrado! Pero en toda la mañana no pudo encontrarlo.
Sin embargo, lo que Marcos no sabía es que el calcetín perdido había decidido irse por su cuenta. Llevaba más de una semana planeando su fuga, y aunque su pareja no quiso irse de aventuras con él, el calcetín perdido no abandonó su espíritu aventurero. Por eso cuando marcos decidió envolver sus piececillos entre las sábanas de su cama, el calcetín aventurero vio su momento y huyó.
Durante varios días vivió inimaginables aventuras: luchó contra el perro en una pelea sin precedentes en el mundo de las piezas de ropa, habló con todos los insectos con los que se encontró, consiguió escalar hasta lo más alto de la más alta estantería... Realizó miles de hazañas inimaginables para cualquier otro calcetín. Se convirtió en un héroe entre los suyos.
Sin embargo, una mañana, en un momento de despiste, la madre de Marcos lo encontró y lo cogió. Lo llevó hasta la lavadora, y tras vueltas y vueltas en remojo, lo tendió en el patio para más tarde volver a meterlo en el cajón de los calcetines que había sido su casa hasta que emprendió su aventura.
Estar allí, en parte, le alegro: pudo volver a estar con su pareja, volvió a ver a todos sus amigos calcetines y se hinchó de orgullo al enterarse que Marcos lo había echado tanto en falta. Sin embargo, dentro de su corazoncillo de nylon, el calcetín valiente sabía que ese mundo de tranquilidad no estaba hecho para él.
En cuanto volviera a tener un momento se volvería a escapar. Y esta vez bien lejos, donde la madre de Marcos no pudiera encontrarle.
Sin embargo, lo que Marcos no sabía es que el calcetín perdido había decidido irse por su cuenta. Llevaba más de una semana planeando su fuga, y aunque su pareja no quiso irse de aventuras con él, el calcetín perdido no abandonó su espíritu aventurero. Por eso cuando marcos decidió envolver sus piececillos entre las sábanas de su cama, el calcetín aventurero vio su momento y huyó.
Durante varios días vivió inimaginables aventuras: luchó contra el perro en una pelea sin precedentes en el mundo de las piezas de ropa, habló con todos los insectos con los que se encontró, consiguió escalar hasta lo más alto de la más alta estantería... Realizó miles de hazañas inimaginables para cualquier otro calcetín. Se convirtió en un héroe entre los suyos.
Sin embargo, una mañana, en un momento de despiste, la madre de Marcos lo encontró y lo cogió. Lo llevó hasta la lavadora, y tras vueltas y vueltas en remojo, lo tendió en el patio para más tarde volver a meterlo en el cajón de los calcetines que había sido su casa hasta que emprendió su aventura.
Estar allí, en parte, le alegro: pudo volver a estar con su pareja, volvió a ver a todos sus amigos calcetines y se hinchó de orgullo al enterarse que Marcos lo había echado tanto en falta. Sin embargo, dentro de su corazoncillo de nylon, el calcetín valiente sabía que ese mundo de tranquilidad no estaba hecho para él.
En cuanto volviera a tener un momento se volvería a escapar. Y esta vez bien lejos, donde la madre de Marcos no pudiera encontrarle.
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Dedicado a mi querido calcetín, que anoche me abandonó. ¡Buen viaje, cariño!
Este relato ha sido terrible...
ResponderEliminarTerriblemente bueno.
Vale, quería hacer esa gilipollez de los puntos suspensivos desde hace tiempo.
Este microrrelato, cuento o lo que sea es de lo que más me ha gustado de lo que has publicado. No puedo hacer otra cosa que felicitarte por ello.
A seguir así =)
XD Es de lo más épico que he escrito hasta ahora. Es... la historia de un viaje que hace evolucionar a sus protagonistas XDDD
ResponderEliminarMuchas gracias Carlos: me halagas
EPIC!
ResponderEliminarLleva lo aventurero en la sangre, me gustó bastante, me recordó un poco a calcetín con rombos man...